Asociación Gremial del Magisterio de Entre Ríos

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02/05/2012

Emotivo homenaje a Gilda Vargas, en Rosario del Tala

El sábado 28 de abril se inauguró en Rosario del Tala el salón polifuncional y comedor comunitario que lleva el nombre de Gilda Vargas, en homenaje a la maestra, luchadora social y militante de AGMER. Fue una jornada muy emotiva, cargada de recuerdos y palabras de agradecimiento.

En el comedor comunitario, ahora una flamante construcción con comodidades y espacio para albergar actividades del barrio Los Bretes, se reunieron los vecinos de la zona, autoridades municipales, familiares y compañeros de militancia de Gilda.

De AGMER concurrieron compañeros de Comisión Directiva Central y de distintas seccionales. En la ceremonia de inauguración, el secretario general Fabián Peccín, recordó a “una compañera entrañable”. Aquí, sus palabras:

 

 

Desde la Asociación Gremial del Magisterio de Entre Ríos (AGMER) saludamos con profunda emoción la inauguración del Salón polifuncional y comedor comunitario que lleva el nombre de Gilda Vargas, entrañable compañera de este sindicato, en reconocimiento al trabajo social que realizó en esta comunidad barrial de Rosario del Tala.

Celebramos que hayan sido los mismos vecinos del barrio Los Bretes quienes eligieron su nombre, porque sabemos que ése es el mejor reconocimiento para una mujer que tuvo su norte en lograr la organización de las comunidades más vulnerables, como único camino para la conquista de derechos.

Nos llena de alegría este acontecimiento, tan importante para esta comunidad. Y sentimos además un sincero orgullo, porque este sindicato fue también uno de los espacios por los que la compañera Gilda transitó y, por supuesto, dejó su huella.

De alguna manera, Gilda expresó lo mejor de nosotros como organización de trabajadores de la educación: su compromiso con la acción colectiva por sobre la tarea individual; su solidaridad genuina y respetuosa de los otros con quienes se trabaja;  su agudeza para la lectura política, en anclaje con la realidad concreta que tanto conocía.

Cuando Gilda empezó a organizar el comedor comunitario que hoy perdura en ustedes, eran años difíciles en nuestro país. Eran los tiempos del “sálvese quien pueda”. Sin embargo, ella siguió jugándose por la construcción colectiva; no renunció nunca al convencimiento de que tal salvación individual no existía; que los caminos de la justicia social son unos que sólo pueden transitarse colectivamente. Y a esa convicción le puso el hombro, el trabajo permanente, tal como lo hacía en la escuela.

Nunca se cansó de repetir que la lucha por la escuela pública no era tal si además de pelar por los derechos de los trabajadores docentes no se volvía la mirada al sujeto que se estaba formando en nuestras aulas, si la escuela no se convertía en un lugar de derechos y oportunidades para aquellos a quienes el sistema niega todo.

Su apuesta a la organización popular fue una conducta de toda la vida. Por eso sus luchas estuvieron enmarcadas en proyectos colectivos de diferentes épocas: con las ligas agrarias recorrió las tabacaleras correntinas en la década del 70; se destacó en esta Asociación Gremial una vez que se dedicó a la docencia y convirtió a la escuela en “su lugar en el mundo”; participó activamente en la CTA llegando a integrar el Consejo de la Magistratura en representación de la Central; caminó cuadras y cuadras en el marco del Frenapo, militando la propuesta de una Asignación universal por hijo; y hasta sus últimos años se empeñó en luchar por un modelo productivo libre de agrotóxicos.

El nombre de Gilda Vargas, “la Gilda” para todos nosotros, está grabado en esos lugares que tuvieron la fortuna de encontrarse con ella: en el comedor comunitario del Barrio Los Bretes, de Rosario del Tala;  en una escuelita rural de Raíces; en las aulas austeras de Galarza, en una villa del gran Buenos Aires. Y eso habla mucho más de ella, que cualquier otro homenaje que podamos hacerle.

Esa fue Gilda. Sembradora de oportunidades, constructora de esperanzas, creadora de espacios y vínculos para que las comunidades tomaran en sus manos la pelea por sus derechos.

Por eso hoy, con el pesar de su ausencia, estamos felices, y deseamos a esta comunidad que siga transitando el camino que la compañera Gilda supo abrir cuando todas las puertas parecían cerrarse.

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