El 11 de septiembre de 1973 se constituyó la CTERA. Fue el mismo día en que, tras la cordillera, caía el gobierno de Salvador Allende, en Chile, con el golpe de Estado encabezado por el militar Augusto Pinochet.
«Por un lado, algunos compañeros lloraban de alegría por la fundación de CTERA y simultáneamente lloraban de pena por lo que empezaba en Chile, aunque nadie se imaginaba la magnitud que iba a tener, el alcance que iba a tener. Ahí comenzó la noche, la más terrible dictadura, la muerte de los compañeros y el terror», recuerda Marta Maffei.
En ese momento le tocó a Alfredo Bravo redactar el primer comunicado de prensa que emitiría la CTERA: fue en repudio al golpe de Estado en Chile.
El proceso de unidad que culminó con la fundación de la CTERA en 1973, comenzó muchos años antes y sus antecedentes pueden rastrearse ya en las luchas que sostuvieron los trabajadores de la educación entre los años 1957 y 1959. Pero en el 73, los docentes argentinos, por primera vez en nuestra historia, logramos organizarnos sindicalmente a nivel nacional en una estructura que tendría continuidad.
Fue esto la culminación del proceso de luchas populares que venía dándose en nuestro país durante los dieciocho años anteriores y que se concretó en un contexto de movilización y contradicciones.
Dos instancias fundamentales pueden reconocerse en esta historia: primero, el Congreso realizado en Huerta Grande, provincia de Córdoba, entre fines de julio y comienzos de agosto, y un mes después, en septiembre, en la Capital Federal, en la escuela Nº 4 de Villa Pueyrredón en el Congreso Unificador donde se constituyó formalmente la Confederación. La CTERA que nacía era una Confederación de sindicatos docentes cuyas características diferían de la conformación actual, tanto en su estructura, como en el tipo de agremiaciones, sus normas estatutarias y su extensión en número de afiliados. Uno de sus rasgos salientes era la gran fragmentación. Esto se apreciaba en la cantidad de sindicatos docentes que concurrieron a los congresos de Huerta Grande y al Unificador. En el primero participaron casi 100 entidades y en el segundo más de 140. Organizaciones con desarrollos desiguales y notorias diferencias.
La unidad de la CTERA fue -en gran medida- un hecho impulsado por las grandes entidades. Si bien existían una gran cantidad de organizaciones, sólo algunas habían logrado un desarrollo importante, y fueron por tanto las que lideraron el proceso de unidad. Esta quedó sellada, luego de extensos debates, en la madrugada del 12 de septiembre de 1973, aunque en la significación y el recuerdo, el día fue el 11 de septiembre, Día del Maestro.
Los principios políticos que orientaban la Confederación quedaron asentados en la Declaración de Principios, y los criterios en base a los cuales se había acordado la organización, en los Estatutos de la nueva entidad.
Una cuestión central era el tipo de organización que se pretendía constituir: una federación de sindicatos únicos provinciales o una confederación de federaciones de sindicatos provinciales. En esto se definía el modelo de construcción sindical y la capacidad de articularse con la estructura orgánica del movimiento obrero, en tanto una confederación era una organización de tercer grado y no podía incorporarse a otra confederación, la CGT.
El otro punto en discusión era la conceptualización sobre la identidad laboral del docente -profesional o trabajador- en vista a que lo central era la unificación de la docencia, ambos debates tuvieron una primera síntesis en el propio nombre de la entidad «Confederación de Trabajadores».
Respecto de la política gremial, se acordó luchar por la recuperación del art. 52 del Estatuto Docente, la reincorporación de cesantes y la vigencia del art. 38, la incorporación de los docentes privados y de los docentes universitarios al Estatuto. En pos de estas reivindicaciones, se resolvió la realización de un plan de lucha, que comenzaría poco después con la realización de una semana de protesta y movilización.
Se había logrado la unidad, tal como decía la declaración final, privilegiando los acuerdos por encima de los «distintos enfoques subsistentes». Una unidad que había sido harto difícil conseguir, pero que, pese a las diferencias, se mantendría a través de los años.