“Estos salvajes no tienen leyes ni fe y viven en armonía con la naturaleza. Entre ellos no existe la propiedad privada, porque todo es comunal. No tienen fronteras ni reinos, ni provincias, ¡y no tienen rey! No obedecen a nadie, cada uno es dueño y señor de sí mismo” Américo Vespucio, El Nuevo Mundo.

A estos “salvajes” había que domesticar. América había sido poblada 30 000 años antes de 1492. Los primeros habitantes llegaron desde Asia y Oceanía. Desarrollaron distintas formas de organización social. Respetaban al resto de los seres vivos y cuidaban del medio ambiente. Los ancianos y los niños eran lo más respetados, porque veían en ellos la memoria y la sabiduría, en un caso, y el futuro en el otro. Distintos eran los intereses de los conquistadores. En el diario de viaje de Colón, en las dos primeras semanas de anotaciones, hay una palabra que se repite 75 veces: oro.

Hoy, como docentes, nos debemos la responsabilidad de hacer propio este decreto que en 2010 señaló el fin del “día de la raza” para recordar y actuar en consecuencia del “día del respeto a la diversidad cultural”. Que no sea letra muerta es trabajo de todos. El 12 de octubre de 1492 fue el comienzo de una historia de muerte y dependencia; comenzó la invasión, la evangelización, el colonialismo, negándose la identidad, la participación y el territorio a los pueblos originarios. Trabajemos entonces, desde cada aula, en todos los niveles, para que la historia empiece a contarse con los pies en América y desde ella, desde sus recursos naturales, y con la voz misma de los pueblos originarios, su cultura y sus derechos.

Mónica Amoz

Secretaria de DDHH de AGMER CDC