Análisis del contexto sindical. Por Manuel Gómez, Sec. Gremial de AGMER
Por Manuel Gómez
Sec. Gremial e Interior
AGMER CDC
En el comienzo de estas líneas, no podemos dejar de saludar a todos aquellos que fueron protagonistas de la jornada del 5 de septiembre pasado, cuando se llevaron adelante las elecciones para elegir las autoridades de la Junta Ejecutiva de la CTERA. Cabe destacar que las mismas se desarrollaron con total normalidad en todo el territorio nacional y nuestra provincia no fue la excepción. Dicha jornada contó con una participación de los afiliados superior a la última, desarrollada en 2010, y como en aquella oportunidad, la Lista Celeste – Violeta obtuvo un impactante triunfo, por más del 75% de los votos a escala nacional.
Sólo diremos que este triunfo se encuadra en los valores éticos, morales, sociales y políticos que el conjunto docente nacional ha construido y afianzado en estos 40 años de historia que tiene la CTERA, federación de trabajadores del país, que elige a sus representantes por el voto secreto y directo de sus 350.000 afiliados, cifra que la convierte en uno de los tres sindicatos más importantes del país.
En este sentido, cabe referenciar y reivindicar el reclamo que llevó adelante la CTERA junto a diferentes fuerzas sindicales, que presionaron incesantemente para que se modificara el mínimo no imponible del “impuesto a las ganancias”, para que el mismo no se impusiera en sectores de nuestros trabajadores.
En este contexto es que la respuesta del Gobierno Nacional que anunció, por Decreto Presidencial, el aumento del monto no imponible del impuesto a las ganancias de 10.000 a 15.000 pesos fue una buena noticia, porque deja a más del 95% de los trabajadores de la educación por fuera del mismo, descomprimiendo de esta manera la presión fiscal sobre el salario.
Sabido es que desde nuestra entidad sindical impulsamos y avalamos los sistemas impositivos progresivos que establecen criterios de gravar a los sectores más pudientes de la sociedad -dicho en otras palabras, para que los que más tienen más paguen-, y por ende los sectores más beneficiados de la economía sean los que sostengan las arcas del Estado para poder destinar y direccionar las políticas públicas de salud y educación a los sectores más humildes y sencillos de nuestro pueblo. Es por eso que durante el año 2012, en nuestra provincia, impulsamos una Reforma Tributaria desde la CTA Entre Ríos, para poder llevar adelante en nuestra provincia la generación de recursos que permitan sostener políticas en beneficio de los trabajadores.
Somos conscientes de que han existido mejoras en las condiciones salariales de los trabajadores, lo que tiene directa relación con un política de impulsar el consumo en el mercado interno, y que han bajado los índices de desempleo, pero también sabemos que todavía quedan batallas duras por dar, por ejemplo, contra el trabajo informal en nuestro país, cuyo porcentaje ha disminuido pero sigue siendo muy alto aún.
En nuestro sector, debemos ser conscientes de esta realidad para valorizar las conquistas en cuanto a lo conseguido en estabilidad laboral y al trabajo seguro en los distintos niveles del sistema educativo entrerriano, a la vez de seguir exigiendo que se den respuestas para ampliarlo en cuanto a horas cátedras y cargos, y en relación a mejores condiciones laborales. En muy poco tiempo también se titularizarán cargos de los equipos directivos, lo que permitirá que se liberen puestos de trabajo que hoy están siendo cubiertos por suplencias, lo que traerá como consecuencia la posibilidad de que otros docentes puedan acceder a la estabilidad titularizando en los cargos y horas liberados.
Siempre hemos estado a favor de ampliar el sistema educativo público, gratuito y laico. Por eso somos defensores de la obligatoriedad de la escuela secundaria para nuestros gurises, que no significa otra cosa que los hijos de los trabajadores, de los sectores más postergados, estén dentro del sistema educativo. También esto nos ha desafiado al exigir respuestas a la crisis de crecimiento que esto generó para el nivel (en cuanto a infraestructura, transporte escolar, cargos, etc.), dado que venía de ser un nivel destinado sólo al 20% de los estudiantes que terminaban la primaria y que a la vez sólo lo concluían el 5% de quienes comenzaban.
En este sentido, siempre que hablamos de desarrollo de mercado laboral educativo desde el Estado, debemos tener en cuenta que está inserto en una trama de las relaciones de los trabajadores de la educación con nuestro pueblo. Nosotros no educamos a un abstracto, no nos relacionamos con máquinas ni con herramientas; por el contrario, nos interrelacionamos con sujetos que sienten y piensan, que sufren y gozan, que reconocen quiénes los respetan y quiénes no y que nuestra obligación es poder brindarle la posibilidad de construir herramientas teóricas y políticas que le permitan desenvolverse en nuestra sociedad. Siendo conscientes de esto, es que podemos saber por quién peleamos y hacia dónde vamos.
Se vuelve imperioso aunar esfuerzos, porque nos falta arrancar respuestas a varias problemáticas de nuestro sector. En cuanto a infraestructura, las soluciones no llegan según los tiempos pedagógicos que necesitamos y esto dificulta nuestra tarea. No desconocemos que la estructura de escuelas, en muchos casos, fue producto de la generación de 1880 y que obviamente no cumple con los requisitos de la escuela que necesitamos en el Siglo XXI. Tampoco desconocemos que las escuelas que se han construido en estos últimos 10 años en la provincia de Entre Ríos son más que las construidas en los 40 años anteriores, sin contar las que se han refaccionado a diferentes escalas, pero decimos con énfasis que no alcanza y, por consiguiente, la definición es dar pelea para lograr una mayor inversión educativa. Es por eso que desde la CTERA se está luchando en avanzar hacia el 8% del PBI para la educación pública, que redunde en mayor desarrollo en infraestructura, en mejores condiciones salariales, en instancias de formación continua, etc.
La apuesta sigue siendo, compañeros, avanzar en estas propuestas; generar crecimiento de conciencia en el pueblo que posibilite dignificar nuestro rol como docentes y nuestra situación personal como trabajadores, para poder desarrollar una educación que esté a la altura de una sociedad distinta.