El 26 de junio de 2002, el gobierno del entonces presidente, Eduardo Duhalde, ordenó evitar que organizaciones sociales cortaran el Puente Pueyrredón, que separa la Ciudad de Buenos Aires de la provincia. Como consecuencia, se desató una cruda represión a cargo de la Policía Bonaerense en la que murieron los jóvenes militantes sociales Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, y otros tantos resultaron heridos. Pertenecían al Movimiento de Trabajadores Desocupados (MTD) de Guernica y de Lanús, respectivamente, nucleados en la Coordinadora de Trabajadores Desocupados Aníbal Verón. Los homicidios de los dos jóvenes piqueteros provocaron una conmoción social que obligó al entonces presidente Duhalde a adelantar las elecciones generales.

Por los crímenes, el 9 de enero de 2006, el Tribunal Oral 7 condenó a prisión perpetua al ex comisario inspector Alfredo Fanchiotti y al ex cabo primero Alejandro Acosta. También dictó penas de cuatro años de prisión a otros tres efectivos de la Bonaerense, por el delito de encubrimiento agravado. Aún así, una gran parte de la sociedad le está pidiendo más a la justicia en lo que respecta a esta causa.

Alberto Santillán,padre de Darío destacó que, por ejemplo, «Acosta recibió condena perpetua pero a los diez años del hecho le dieron el beneficio de estar en un régimen semiabiertoy yo creo que eso es otra burla, porque los asesinos tendrían que estar con la población carcelaria común», y agregó: «Me parece que no se ha investigado para llegar al total esclarecimiento de los asesinatos de mi hijo y de Maxi, o se ha puesto un límite», consideró en una entrevista televisiva realizada en ocasión de este nuevo aniversario.

Desde la Secretaría de DDHH de AGMER recordamos estos doce años sin Maxi y Darío en las palabras de su padre y de las muchas organizaciones sociales que, por ellos y tantos otros, continúan pidiendo justicia. Una justicia que debe aplicarse a todos y cada uno de los responsables de las muertes del Puente Pueyrredón.

A doce años, las voces no se han callado y las banderas que levantaban Maxi y Darío se han aunado con las de tantos que siguen luchando por un país que atienda las necesidades de todos, donde no haya más Maxi y Darío que recordar, donde la justicia sea plena y para todos. A doce años: Maxi y Darío, presentes.

Mónica Amoz

Secretaría de DDHH de AGMER CDC