AGMER desea Feliz día a todos los compañeros trabajadores de la educación de la provincia y del país. El Día del Trabajador de la Educación se recuerda cada 23 de mayo, en homenaje a la histórica lucha docente encarnada en la Marcha Blanca de 1988. "Los maestros no dejamos de enseñar, enseñamos a luchar", fue una de las consignas que enarbolamos entonces.
Muchas de las reivindicaciones que las organizaciones sindicales docentes nucleadas en la CTERA llevamos y exigimos con el plan de lucha y la Marcha Blanca de 1988 hoy son derechos de los trabajadores de la educación, de los alumnos y del conjunto del pueblo trabajador. Así las conseguimos, luchando en unidad.
Otros tantos reclamos que los docentes de todo el país -en una acción sindical de alcances inéditos para la docencia argentina- llevamos a la sede del Gobierno Nacional, en la Capital Federal, no se lograron en ese momento. Pero quedaron planteadas como demanda del conjunto y desde entonces fueron parte de un proceso de lucha sostenida coherentemente por la CTERA y sus organizaciones de base. En ese proceso de lucha, arrancamos conquistas y ampliamos derechos.
Por esa historia que nos ubica en la historia del movimiento obrero y de la lucha docente, hoy más que nunca, estamos convocados a sostener cada uno de los logros y conquistas, por los derechos de los trabajadores de la educación, por los derechos de los estudiantes y el derecho social de nuestro pueblo a educarse en la escuela pública, gratuita y popular.
»Fabián Peccín – Sec. General – AGMER
»Tomasa Gómez – Sec. de DD.HH. – AGMER
COMISIÓN DIRECTIVA CENTRAL
Sobre la Marcha Blanca de 1988
En 1988, la Marcha Blanca unificó a la CTERA. Fue una marcha que dio a los trabajadores de la educación la idea de unidad, no solamente la unidad en las organizaciones sindicales, que era un proceso que se venía logrando, sino la unidad en CTERA. Para muchos compañeros fue la primera vez que se veían, la primera vez que se veían en las calles con los salteños, los jujeños y demás provincias, y se reconocían como trabajadores de la educación. Se asombraban que salieran al costado de la ruta los padres de los chicos, los otros trabajadores, o que saludaran con los cascos los trabajadores de la construcción y tantos otros que abandonaban las tareas y bajaban a aplaudir a los trabajadores de la educación. Por primera vez se sintieron como parte del pueblo y sintieron el reconocimiento del pueblo. Eso fortaleció la unidad de CTERA.
La Marcha Blanca del 88 fue un hecho político de suma trascendencia para los docentes: fue el espejo que les devolvió la imagen de lo que eran capaces de hacer, la constatación de su propia fuerza.
El proceso que derivó en aquella marcha comenzó a gestarse años antes, a fines de los 80, cuando se inicia una etapa de consolidación de la CTERA con la lucha por el salario básico unificado, paritarias nacionales y una ley nacional de educación.
El año 1987 había terminado con los docentes en la calle movilizados tras la consigna «Así terminamos, así no comenzamos». A comienzos de 1988 y frente a la inexistencia de respuestas por parte del gobierno, el conflicto se hizo inevitable. Pocos días antes del inicio del ciclo lectivo un Congreso Extraordinario votó la huelga por tiempo indeterminado.
El gobierno de Alfonsín se encontraba claramente debilitado por la derrota electoral sufrida el año anterior y en las escasas negociaciones que se llevaron adelante ese año no se llegó a ningún acuerdo. Frente a la fragmentación del salario y del sistema educativo, se plantearon lo que serían los ejes convocantes de la lucha:
* Nomenclador básico común y unificación del sueldo básico del maestro de grado jornada simple en 770 australes,
* Estatuto Federal del Trabajador de la Educación,
* Ley Nacional de Educación.
El 14 de marzo de 1988 comenzó el paro por tiempo indeterminado.
Las negociaciones con el Gobierno Nacional, en la Comisión de Política Salarial, y con los gobiernos provinciales fueron infructuosas. El paro se cumplía con un gran acatamiento en todo el país, aún por los docentes no sindicalizados, los privados o de otros sindicatos tradicionalmente enfrentados a la CTERA y se extendió a las Universidades, impulsado por la Confederación de Docentes Universitarios, CONADU.
La huelga se extendió durante 42 días.
Fue entonces que la docencia argentina protagonizó lo que muchos consideran una gesta histórica para la educación del país, en la lucha en defensa de la escuela pública junto al pueblo: el 18 de mayo, desde el norte, el sur y el oeste del país partió una marcha que convergió en la Capital Federal el 23 de mayo.
Según recuerdan los protagonistas, «en nuestra larga caminata de 6 días atravesando pueblos y ciudades, fuimos recibiendo de miles de argentinos, gente del pueblo y demás trabajadores la solidaridad expresada con afecto desde las casas y las veredas, en las caras sumándose a los cantos y la alegría, en las comidas comunitarias, en las fiestas en las plazas, los bailes populares, los globos y los fuegos artificiales, en las incontables veces que escuchamos «si son maestros pasen, no les cobramos», en ómnibus, en trenes y el reconocimiento de que la gesta de los maestros evidenció que era posible luchar para recuperar la dignidad de la vida y el derecho a «recuperar la alegría de enseñar y aprender».
Con un acto en el Obelisco, miles de trabajadores de la educación de todo el país llenaron varias cuadras de la avenida 9 de julio, en tanto la Plaza de Mayo permanecía cercada por las fuerzas de seguridad.
Al día siguiente, en un Congreso de la CTERA, si bien no se habían conseguido todas las reivindicaciones y continuaba debatiéndose el espinoso tema de los descuentos realizados por algunas jurisdicciones, se decidió el levantamiento de la medida de fuerza. Se había conseguido la aprobación de un nomenclador básico común y la unificación salarial en 21 de las 25 jurisdicciones. También el Congreso Nacional había sancionado un paquete impositivo para proveer un mayor financiamiento a la educación y estaba presente la expectativa por lograr la sanción de una ley de Paritaria Docente, impulsada por el diputado Carlos Auyero, finalmente sancionada.
El VII Congreso Extraordinario de CTERA declaró el 23 de mayo Día del Trabajador de la Educación, para recordar que en nuestras luchas «los maestros no dejamos de enseñar, enseñamos a luchar».
Fotos: Marcha Blanca – 23/5/1988 – Archivo Hasenberg-Quaretti