Se instauró una dictadura que persiguió, asesinó y obligó al exilio a miles de chilenos hasta inicios de 1990.
El 11 de septiembre de 1973 fue derrocado el presidente constitucional de Chile, Salvador Allende, y el poder fue arrebatado por una junta militar encabezada por el general Augusto Pinochet. Se instauró entonces una dictadura que persiguió, encarceló, torturó, asesinó y obligó al exilio a miles de chileno.
Desde la elección que consagró a Allende como presidente, encarnando el proyecto de la “Unidad Popular”, distintos sectores de poder económico conspiraron con la posibilidad de ejecutar un golpe que lo destituyera. Los intentos se intensificaron desde los anuncios de nacionalización del cobre y se sucedieron bajo la tutela y supervisión directa del Departamento de Estado de los Estados Unidos.
Este golpe se dió en el marco de un plan para derrocar los gobiernos constitucionales de la región e instalar dictaduras que someterían a los pueblos de nuestra región a la pobreza, la desocupación y al endeudamiento extremo durante décadas.
A cuarenta y cinco años del golpe de estado cívico militar en Chile, en esta fecha hermanada con nuestro 24 de marzo, como lo está la historia misma de lucha de los pueblos de Latinoamérica, seguimos recordando a los desaparecidos y asesinados por la dictadura y unimos nuestra voz a la de nuestros hermanos chilenos que piden el juicio y castigo a los culpables.
Mario Bernasconi | Secretario de Derechos Humanos – AGMER C.D.C.