A un año de la muerte de Sandra y Rubén,las condiciones de precariedad de muchos establecimientos educativos siguen sin respuesta. No queremos más arreglos precarios y provisorios; necesitamos escuelas dignas y seguras.
El 2 de agosto de 2018 Sandra Calamano y Rubén Rodríguez murieron en la Escuela 49 de Moreno, provincia de Buenos Aires, donde trabajaban, como consecuencia de la explosión de una garrafa de gas. No fue un accidente. Numerosos reclamos había realizado esa comunidad educativa, alertando sobre la precariedad de las condiciones en las que desarrollaban todo ese conjunto de actividades que conforman el cotidiano universo escolar. Cada reclamo fue desoído por el gobierno de esa provincia. Y lo que sobrevino fue la tragedia anunciada.
No fue un accidente. Cuando el Estado se ausenta, hay muertes en el pueblo. Sandra y Rubén se murieron de abandono y desidia, como se mueren de frío las personas y no es culpa del invierno sino del desamparo.
A un año de un hecho tan tremendo, que conmocionó al país y enlutó a las comunidades educativas en su conjunto, las condiciones inseguras de muchos establecimientos educativos siguen sin respuesta. No queremos más arreglos precarios y provisorios; necesitamos escuelas dignas y seguras.
Un año después, seguimos reclamando Justicia para Sandra y Rubén, porque es injusto que los docentes se encuentren con la muerte en la escuela, precisamente ahí donde todos los días se construye futuro.
José Manuel Balcala
Sec. de Prensa – AGMER CDC