El contexto social en el que vivimos y trabajamos se encuentra atravesado por la pandemia mundial del COVID-19 y el consecuente aislamiento social, preventivo y obligatorio (ASPO), que muy acertadamente el gobierno nacional ha establecido para proteger las vidas de las/os ciudadanas/os de nuestro país. Un momento de situaciones encontradas, que hicieron –y hacen– que nuestra labor educativa asuma un cambio acelerado hacia el trabajo virtual, en línea.Se ha desarrollado un proceso pedagógico y didáctico de transformación, sin que tuviéramos una preparación y acompañamiento adecuado para trabajar de forma virtual. Además, las problemáticas sociales y familiares de una parte importante de nuestras/os estudiantes y compañeras/os de trabajo, que no tienen los medios necesarios para acceder a los recursos tecnológicos (computadoras, aplicaciones, conectividad, etc.), nos atraviesan a diario y nos desafían a seguir peleando por el acceso masivo y democrático al Derecho Social a la Educación y la Escuela Pública. Estas situaciones han incrementado exponencialmente el malestar docente que, en palabras de Deolidia Martínez, “deviene por la tensión que produce la constante inadecuación entre deseo y cultura, es decir, entre nuestros deseos y las posibilidades que lo cultural otorga para su realización” (1).En términos generales nos encontramos inmersos en situaciones de incertidumbre y angustia por falta de proyectos coherentes y planificados, tanto en materia pedagógica como social, desprotegidas/os como trabajadores de la educación, que ponemos el cuerpo semanalmente en las escuelas para ser solidarias/os y hacerles llegar a nuestras/osestudiantesun refrigerio y sostener la histórica relación entre educadores y familias.

Es este momento se despliegan miles de situaciones donde nuestras/os compañeras/os están frente a las pantallas de sus computadoras o celulares, recorriendo los caminos de nuestra patria profunda y llevando la escuela a cada rincón del país. Un admirable acto de soberanía pedagógica popular que, en vísperas de un nuevo Día de la Bandera, nos convoca a pensar en la necesidad y oportunidad de trabajar la figura de Manuel Belgrano. A partir de la “pedagogía de la pregunta”, propuesta por Paulo Freire con la finalidad de romper con la lógica escolar de las efemérides, es posible trabajar el proceso histórico en el que Belgrano y muchos hombres y mujeres de su tiempoparticiparon de la lucha revolucionaria contra el dominio colonial español, tanto en las Provincias Unidas del Río de la Plata como en el resto de América Latina.Surge así la necesidad de problematizar y humanizar la figura de Belgrano. Un hombre comprometido con su época, con el momento histórico y con las personas que entonces vivían en esta parte del mundo. Un desafíoen el que comprender la trascendencia de sus ideas y acciones revolucionarias nos remite a la posibilidad de contextualizar las mismas en el marco de la época, pero también de tensionar el presente y reflexionar desde el hoy sobre estas ideas y luchas de hombres y mujeres que pelearon por la construcción de un nuevo Estado y una república independiente.

De este modo, al analizar la vida de Manuel Belgrano consideramos que sus ideas y acciones se encuentran más vigentes que nunca: desarrollo económico productivo a partir del reparto de tierras realengas, protección y fomento del comercio y la industria manufacturera de la época (ideas que pueden leerse en sus memorias del Consulado (1794-1810) y en sus trabajos como periodista en ElTelégrafo Mercantil, Rural, Político, Económico e Historiográfico del Rio de la Plata (1801/02), el Semanario de Agricultura, Industria y Comercio (1802/04) y el Correo de Comercio, entre otros. Como también asociar la educación a tales desarrollos productivos: formación técnica y laboral específica para mejorar el bienestar público general. Desarrollo de un programa de educación pública en relación directa con las cuestiones comerciales, agropecuarias y manufactureras: en 1799 promovió la creación de la Escuela de Dibujo, también conocida como Academia de Geometría y Dibujo, y la Escuela de Náutica (en el Consulado), para formar a los futuros marinos del Rio de la Plata.De esta manera, sus ideas y acciones revolucionarias (posteriores al 25 de mayo de 1810), promovieron el proteccionismo económico y el desarrollo productivo de las Provincias Unidas del Rio de la Plata, al puntoque en el Reglamento enviado a la Junta de gobierno porteña, estableciendo el régimen político y administrativo y reforma de los treinta pueblos de las Misiones,y el posterior Reglamento para las cuatro Escuelas del Norte: Tarija, Jujuy, Tucumán y Santiago del Estero,ha logrado plasmar su visión sobre la importancia de la organización administrativa e institucional de la patria, la igualdad de derechos entre los distintos grupos sociales ante la ley, y el desarrollo educativo y cultural de todos los factores de nuestra nación. A partir de una organizada política de intervencionismo estatal, unidad continental y apoyo popular.

La enseñanza de la Historia y las Ciencias Sociales nos permite así trabajar junto a nuestras/os estudiantes la figura de Belgrano, su aporte a la Revolución y el conjunto de los hechos históricos, como parte de los procesos de resistencia, lucha y construcción de ese nuevo mundo, más libre y soberano, por el que pelearon con las ideas y con las armas en la mano, y para construir también hoy un país más justo, con solidaridad e igualdad en términos educativos, económicos y sociales.En última instancia, debemos dejar en claro que existen múltiples secuencias didácticas y actividades, debidamente realizadas por una importante cantidad de compañeras/os docentes a lo largo de estos 150 años de normalismo y educación pública nacional, pero actualmente podemos crear escritos, secuencias de imágenes, mapas virtuales, documentos compartidos en línea y audiovisuales de manera colectiva, para abordar directa o indirectamente tales cuestiones y ejes históricos.

(1) Martínez, Deolidia. “Malestar Docente:riesgo psíquico en el trabajo cotidiano”.Cuadernillos de actualización para pensar la Enseñanza Universitaria (UNRC),año 2, número 6, agosto de 2007, p. 4.