En mayo de 1969, el hartazgo social al autoritarismo de la dictadura de Juan Carlos Onganía se manifestó en una pueblada histórica que se denominó "el Cordobazo" y que tuvo un impulso fundamental: la unidad de los trabajadores y los estudiantes.
El regimen militar -que se instaló tras el golpe al presidente Arturo Illia- estuvo caracterizado por el cercenamiento de las libertades democráticas y proscripciones políticas. A esos factores, se sumó como detonante del estallido la represión en las universidades y en el plano económico, la aplicación del plan del ministro Adalbert Krieger Vasena con medidas liberales como la suspensión de los convenios colectivos de trabajo y el congelamiento de salarios.
En Córdoba, el descontento de los trabajadores metalúrgicos, de la industria automotriz, de Luz y Fuerza y del sindicato de transporte fue en aumento por cuestiones sectoriales, pero fundamentalmente a causa de la política nacional. La confluencia de tres dirigentes sindicales -Elpidio Torres, Atilio López y Agustín Tosco- propició una gran huelga y dio inicio al Cordobazo.
Aunque el 30 de mayo el ejército recuperó el control de la ciudad y los principales dirigentes fueron encarcelados, el movimiento anunció el fracaso de la dictadura y marcó el rumbo de la resistencia popular dispuesta a pelear por otro proyecto de país.